Da la sensación de que el mundo, por fin, se ha dado cuenta de que el emperador está desnudo, de que el precio por muchos de los servicios que usamos es demasiado alto -especialmente en los gratuitos- y de que hemos creado con ellos una sociedad claramente disfuncional.

Internet prometía liberarnos y hacer del mundo un lugar mejor. En 2019 cuesta mantener el optimismo. Parece que sólo lo ha hecho distinto.

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Origen: elmundo.es